viernes, 13 de septiembre de 2013

Hablemos de putas… otra vez

Otra vez, otra vez las putas. Pero esta vez sí son las putas de esquina, de minifaldas y camisas transparentes. Esas mujeres que, a pesar del frío, a  cierta hora deben estar paradas en Santa Fe vendiendo sus cuerpos por unos cuantos pesos. Locales con puertas de espejos o arbustos donde se divisan mujeres semidesnudas sentadas en sillas mientras los transeúntes miran con curiosidad, miedo y asco; 2013 y todavía hay quienes miran a las putas con asco,  con desprecio como si fueran seres leprosos. ¡¿HASTA DÓNDE NOS VA A LLEVAR ESTE DOBLE MORALISMO?! A que sigamos pensando con prejuicios desde la 
religión, la moralidad y las buenas costumbres. 

¿Qué es lo que tanto les repugna de la prostitución? La verdad no me interesa saberlo pero sí me interesa ahondar en algo muy importante, la situación legal y laboral de la prostitución en Colombia. ¿Qué pensaron, que por pararse en la calle no tienen los mismos derechos laborales que el gerente de un banco? ¿O que por ser de “dudosa reputación” no merecen prestaciones y seguridad social? No señores, la cosa no es así. La prostitución es legal en Colombia, es un trabajo como cualquier otro que merece respeto y dignificación. 

Les cuento, con la sentencia T-629 de 2010 de la Corte Constitucional, el país reconoció la prostitución como un trabajo legal y que los (sí, no sólo las mujeres se prostituyen, también hombres y varios miembros de la comunidad LGBTI – con más riesgos por la difícil situación de intolerancia con esta comunidad en el país–) que ejercen este oficio tienen los mismos derechos laborales que cualquier otro trabajador: “siempre que se presenten los elementos del contrato de trabajo, este oficio configura una relación susceptible de ser protegida por el derecho laboral”. Ahora bien, es importante señalar que la Corte también reguló qué es la prostitución y quiénes son aptos para ejercerla de manera legal. Así los menores de edad y quienes son  los  explotadores sexuales (trata de personas) no están dentro del marco legal aprobado por la Corte Constitucional. 

Los trabajadores sexuales tienen pues  derechos  como  todos los  otros trabajadores, que no se les cumplan es algo totalmente diferente y preocupante. Al  haber en  la prostitución un contrato verbal o escrito (legal)  usted, querida prostituta o prostituto tiene derecho a: 

• Estabilidad laboral 

• Indemnización por despido sin justa causa

• Prestaciones sociales

• Cotización a seguridad social

• Carta laboral que certifique su oficio y cuánto devenga. 

Entonces, ¿por qué nos seguimos encontrando en las calles a prostitutas que ni seguridad social tienen? Una situación sumamente grave, pues al prestar un servicio  riesgoso por las implicaciones  de salubridad  que  supone, es necesario que haya un control estricto sobre la salud de los profesionales del oficio, para que el VIH/SIDA, la gonorrea, el herpes, la sífilis y demás enfermedades venéreas no se propaguen de manera descontrolada entre la población. La sentencia advierte,con relación a esto, que en caso de que  una persona trabaje en  la prostitución y  tenga alguna enfermedad venérea no podrá ejercerla pues estaría incurriendo en un delito de salud pública. Aun así, no puede ser despida a menos que haya 
permiso del Ministerio de Trabajo. 

Dicho todo esto sobre la situación legal y laboral de la prostitución,  habría que analizar qué tan viable es que haya una única zona de tolerancia. A mi parecer, es una idea bastante progresista, pues en vez de que los trabajadores sexuales estén repartidos por toda la ciudad, podría ser muy bueno –para todos– que se abra un distrito para que puedan ejercer su labor de manera segura.

Queremos avanzar pero nuestros prejuicios sociales y morales no nos dejan. José Galat (vetusto moralista de  La Biblia) dice que la prostitución  “es una actividad execrable que el Estado no puede promover” y que como cristianos se debe respetar a todas las personas –así hagan el mal– pero, so pretexto del respeto, “estar justificando la legalización del mal no está bien”. Señor Galat, ¿qué es el mal? ¿Según quién es lo malo? ¿Según La Biblia? ¿Según usted y sus preceptos de moral cristiana? Déjeme decirle que son puras patrañas. No podemos tomar un texto literario como base para regir el mundo y cómo hacerlo. Ojalá dejemos todas estas cuestiones retrógradas y morbosas sobre la prostitución a un lado y empecemos a verlo como lo que realmente es, un problema social que debe ser resuelto con inmediatez.

*Ojo, al ser un contrato de prestación de servicios usted no está obligado a cumplir con todo lo que le pida el cliente. Si no está cómodo con lo que su cliente le pida, él tampoco puede obligarle a hacerlo. Si lo hace, estará incurriendo en el delito de violación.

martes, 30 de julio de 2013

Dios proveerá.




El desconcierto que me produce esas dos palabras es igual de grande a la duda sobre la existencia de ese Dios. Y no sólo es desconcierto, también el fastidio que produce saber que para muchas personas nada depende de sí mismos sino de un ser que puede hacer lo que le venga en gana con sus fieles. No tengo nada en contra de los cristianos, cada quien con sus creencias siempre y cuando no intente convencer al otro de que crea en lo mismo que él. Pero no, esta entrada no es para hablar de cristianos ni de dioses, sino de la actitud del que se adapta a cualquier circunstancia o situación con excesiva facilidad, el conformismo.

Expresiones como «Amanecerá y veremos»; «Así es la vida»; «Deje así» y similares, lo único que demuestran es la incapacidad de una persona de derrumbar todas las barreras que se le interpondrán en la vida. Muchos siguen esperando que les tiren el pan del cielo, peor aún, que la situación cambiará porque ese es el destino, o la suerte. Creencias sin fundamento, sin razón de ser.  «La esperanza es lo último que se pierde» debe ser una de las frases más conformistas que hay. Por andar esperando que la esperanza no se pierda, no se gana nada y se pierde el tiempo. Creer en que fuerzas ajenas a nosotros mismos harán que las cosas se nos den no sólo es de incautos, sino de flojos e inservibles. 

Trabajar en lo que no les gusta simplemente porque se gana más. Se ganará más dinero, mas no tiempo y tiempo siempre nos hará falta. Cada quien tiene el poder de controlar «su destino» como mejor le plazca, no está escrito en ninguna parte lo que seremos y cómo haremos para serlo. Es irónico que podamos controlar cosas externas a nosotros pero nos da miedo cambiar detalles de nuestra compleja existencia. El truco está en dejar de pensar que cuando las cosas no quieren conformarse con nosotros, nosotros debemos conformarnos con ellas, como propone el filósofo francés Fontellene. Si no estoy contenta (o) con lo que tengo es porque me hace falta algo para serlo y por lo tanto debo conseguirlo. No se trata de llevar una vida llena de avaricia, ni mucho menos pensar que si entre más tengo más feliz soy. Lo verdaderamente complicado está en saber exactamente qué se quiere o se necesita para ser feliz y no en conseguirlo. Si usted no tiene los suficientes huevos u ovarios para cuestionarse a sí mismo sobre su felicidad, ¿qué está esperando para adqurirlos?
Deje de quejarse y procure solucionar todo lo que lo acongoja e incomoda, porque sí, quejarse y esperar que por arte de magia o que otros nos resuelvan nuestros problemas es de gente que abandonará el mundo sin pena ni gloria.  Dios no lo proveerá, busque cómo alcanzar.


 




martes, 21 de mayo de 2013

Autorretrato.

Soy,
una,
vocal,
con sílabas formadas,
soy,
una,
mujer,
con tildes púbicas,
soy,
la,
o,
al revés sobre tus nalgas,
soy,
y,
griega,
o
i
latina,
o simplemente una raya avergonzada.

Soy
triptonga,
tú,
yo,
y la sábana.
Soy la parte de tu oración,
el artículo de tu pasión,
el sustantivo de tu apellido,
el pronombre de tu nombre,
o, simplemente, una vocálica,
posesiva atrevida,
soy,
una,
vagina,
adverbia.
de lugar,
de modo,
de tiempo,
de cantidad,
de duda, negación o afirmación
soy,
boca,
verbo,
verso,
beso,
soy
bebida,
activa,
bilabial,
o simplemente
una lengua,
ortografiada,
y,
enamorada.

María de los Ángeles Popov.
Más sobre María de los Ángeles en: http://www.revistadepoesiaclave.com/no%205/nuevas%20voces%20maria%20de%20los%20angeles%20popov.htm

El vuelo de un cóndor.

No enciendan las luces
Que tengo desnuda
El alma y el cuerpo;
Ya no queda nada
sólo escombros
Y migajas,
De los dulces labios
Que besó mi boca, 
Del néctar prohibido
Que embriagó mi piel,
De la noche ardiente
Que entre tus brazos
Calcinó mi ser.

No enciendan las luces
Porque el tierno manto
Que abriga mi piel,
De mí se ha alejado
Para calentar
Con suaves caricias
En otro Jardín. 

Ya no queda nada
más que mi cuerpo desnudo
Ahogado en el mar 
De las tristes lágrimas
Que de mis ojos brotan.
No enciendan las luces, 
Que tengo desnudo
El cuerpo y el alma. 

Sobeida Delgado Mina.
Más sobre Sobeida en: http://soypoesia.com/acerca-de-sobeida

martes, 7 de mayo de 2013

¿Existencialistas? Vade Retro.



¡Ya los vi! Son esos que odian, critican, lloran, se desesperan y están siempre angustiados por las «cuestiones más importantes y relevantes de la vida». Hacen un análisis exhaustivo de la condición humana, de la libertad, la responsabilidad, el significado de la existencia y odian los lunes. últimamente, y con el auge de las redes sociales, estos filósofos de la vida se han multiplicado considerablemente al punto de querer encerrarlos a todos en una bodega y no dejarlos salir de ahí nunca. 

Se consideran los Kierkegaard, Nietzsche, Dostoyevski, Heidegger y Sartre de esta generación. Miran por encima del hombro por suponerse como conocedores de la verdad por pensar en lo que marca el camino de nuestras vidas. El monólogo externo es la plataforma de desarrollo del pensamiento y por razones desconocidas son personas moralmente mejores. Aún así, son misántropos y lo publican abiertamente en Twitter y en Facebook. Dignos representantes del existencialismo al vivir en contradicción. 

¿De dónde venimos?, ¿Para dónde vamos?, ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Existe un ser supremo?,  ¿Por qué siento lo que siento? y demás, son las cuestiones que tanto los angustia y que los hace correr en círculos. Son, simplemente, un fastidio. Muchos grandes pensadores del siglo XIX y XX se pusieron en la tarea de ahondar en estas preguntas y ninguno llegó a una verdad absoluta o respuesta universal para que ahora, unos pelafustanes de redes sociales que todo lo odian sin saber qué es el odio, vengan a responder estas preguntas. 

El existencialismo en sí es una ironía, gastar tanto tiempo (que sí nos transcurre y que sí vemos pasar) pensando en cuestiones que no tienen única respuesta y que a estas alturas del partido no tienen importancia. ¿Es necesario para vivir los 70 u 80 años en promedio que vive un ser humano conocer todas las respuestas? Personalmente, me parece más fácil y más cómodo vivir las vida sin pensar en esas preguntas que no llevan a nada. No estoy diciendo que la autoreflexión sea una pérdida de tiempo o que no sirva. Sólo creo que para responder estas preguntas no hay que pensar sino vivir. 

Por eso, a todos esos existencialistas que se sienten orgullosos de serlo por creer que piensan más que los demás y que las cosas que piensan son más importantes les digo, Vade Retro con sus discursos y monólogos externos que para poder vivir no necesito de sus respuestas de papel. 

martes, 23 de abril de 2013

A propósito del día del idioma, los traductores.


La base de todas nuestras relaciones humanas está en la comunicación y el principal sistema de comunicación es el idioma. Se calcula que en el mundo hay aproximadamente 7.000 lenguas y aún no se ha terminado de estudiar cada recóndito lugar del planeta donde debe existir comunidades con dialectos diferentes. Si el idioma es parte esencial de la comunicación y la comunicación lo es de las relaciones humanas, ¿qué nos cuesta aprenderlo y aprehenderlo? El hecho que hayamos nacido y seamos criados con un idioma no nos hace expertos en él ni mucho menos. 

No pretendo echarles cantaleta por los garabatos y jeroglíficos que escriben algunos con el pretexto de que «hace más divertido escribir», «se ve mucho mejor» o «es para ahorrar tiempo» porque no es el caso de esta entrada (pero quiero dejar plasmada mi repulsión por ese tipo de escritura). Hoy, y desde hace mucho, me preocupa la comunicación verbal de algunos. El excesivo uso de extranjerismos como si nos avergonzáramos de nuestro idioma (aunque no vendría siendo propiamente nuestro por procesos de colonización) pero es el que primero aprendemos y es el idioma oficial de estas tierras cocaleras. Aparte de los extranjerismos, la pésima conjugación verbal de verbos usados con bastante regularidad como 'haber' tampoco ayuda a que se le saque provecho a un idioma tan rico y lleno de singularidades como es el español. 

Dejando atrás mi preocupaciones personales sobre el idioma, las traducciones es uno de los principales problemas en las que se ve amenazado el correcto uso de cierta lengua. No es un trabajo fácil y así como se necesita de mucho esfuerzo y dedicación para lograr un excelente resultado al traducir un texto de su idioma original a otro sin que éste pierda su significado, es una labor que merece todo el respeto del mundo. Los traductores tienen una función fundamental en la comunicación mundial, poder leer un escrito de origen alemán, italiano, inglés, portugués, etc., en claro español es un placer que sólo el lenguaje nos puede ofrecer. Lo ideal, dirían muchos, es leer el texto en su idioma original y aunque tienen razón, esto se convertiría en una limitación para conocer diversas culturas que plasman su haber en canciones, textos, esculturas, pinturas...

Son aproximadamente 7000 lenguas y sería imposible aprenderlas todas. Pero esto no sería un problema para por lo menos acercarse a ellas. Colombia es un país rico en dialectos y aún sin conocerlos no es pretexto para no disfrutar de un Jayeechi o cualquier otra manifestación de los pueblos indígenas. Así, culturas tan lejanas para muchos como el extremo oriente pueden ser conocidas a través de escritos traducidos por estudiosos de la misma y llegar a un acercamiento entre pueblos humanos. 

Por eso hoy en el Día del idioma le quiero agradecer a los traductores que han logrado que me acerque y disfrute textos de lenguas diferentes en la lengua que me enseñaron y criaron. Pero también aprovecho para recordarles que es un trabajo de dedicación y que sin ésta por más que conozcan la traducción exacta de cada palabra de un idioma a otra no significa que la interpretación y el significado de ese texto vaya a ser el apropiado y el que el autor nos quiere hacer entender. 

¡Feliz día del idioma! 

lunes, 22 de abril de 2013

Soliloquio.

Y un día comprendí que no era desprecio ni mucho menos fastidio. Simplemente, ya no había amor.

martes, 9 de abril de 2013

Marchen, a mí no me interesa.

Y así es, sin tanto alboroto. No pienso tomar ningún bando político acerca de las marchas, o encerrarme en la discusión de si sirven o no. Simplemente me quiero referir a la falta de tolerancia (y de razón) que hay por parte de las personas que organizan y participan en cualquier tipo de marcha. «Si no marchas estás en contra de la paz», «Si marchas estás a favor de la guerrilla» son algunas de las expresiones que se escuchan en torno a la marcha por la paz del 9 de abril. Se ha convertido en una obligación ir a marchar y no en una forma de protesta o un medio para que el pueblo se haga escuchar, sea el 'bando' que sea. 

Lo más triste es que no sólo se ha convertido en una obligación marchar, también en un pecado que se castiga con rudeza. Ya no sólo tiene tintes obligatorios sino también religiosos (Aclaré que no iba a hablar de los tintes políticos de cada marcha) convirtiendo a las marchas cada vez en algo más molesto, cansón, excluyente (cuando debería ser todo lo contrario) y polarizado. 

Sin embargo, me parece más patético aún los que marchan sin saber por qué o coaccionados por otras fuerzas con el ánimo de dañarle a los demás su convicción de marchar. Y ni hablar de los que marchan por sentirse mejores personas que los demás, por mostrar en apariencias lo que en realidad no son, por publicar una foto y que todos se den cuenta que con eso salvó al país. Esos tienen mi más profundo repudio y lástima. 

Lo que muchos marchantes no saben es que no hay mejor oportunidad que en las marchas de mostrar el civismo, que en realidad el pueblo está unido por una sola causa y que necesita ser escuchado y no vapuleado. Pero al contrario de esto, los marchantes (no todos) aprovechan este espacio para sacar lo más despreciable de sí mismos. «Adornan» la ciudad con frases trilladas, dejan basura por doquier, orinan en cualquier árbol y cuando se torna la cosa violenta es peor aún, pues los damnificados no son otros sino los dueños de establecimientos públicos y casas por donde pasa la marcha. 

Señores organizadores y participantes de marchas, no es obligación marchar, hacerlo no nos hace mejor personas y con sólo marchar no lograrán que todo se solucione. Es un acto civil y el que desee participar lo hará sin necesidad de que alguien lo esté empujando. El que no desee participar lo hará por pereza, porque no cree que la solución esté en la marcha, por un millón de motivos más o porque tiene cosas más importantes que hacer. Entonces, viva su libre derecho a la protesta y a marchar sin obligar ni mucho menos condenar a quien no quiera hacerlo.

Marchen, háganlo por convicción propia, por sus creencias pero a mí déjenme quieta porque simplemente no me interesa. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Hablemos de putas.


Putas, rameras, zorras, meretrices, fufurufas, prepagos, furcias, hetairas, mesalinas, suripantas, prostitutas. Y no acaban ahí los sinónimos para los profesionales de la carrera más antigua del mundo, la prostitución. Odiadas por muchos y amadas por otros, las prostitutas, durante toda la historia, han sido clave importante en el desarrollo de muchas actividades que nadie se atrevería a pensar que estuvieran relacionadas. ¡La prostitución es la base de todo!

Pero vamos más allá. El término prostitución no sólo se refiere a la transacción comercial de vender servicios sexuales a cambio de dinero o de otro bien. Alguna vez en la vida todos (sí, todos) hemos sido prostitutas, y si no, no demoran. «Exhibir para la venta» es la definición etimológica de la palabra «Prostitución», y alguna vez no hemos vendido por más comunistas de cartón que seamos. De esta definición deducimos que sólo es una transacción comercial y que no hay sentimientos ni afección de por medio y que por lo tanto cualquier persona que vende sus servicios profesionales (no sexuales) sin importarle o por causas indignas también es una prostituta (o). 

Pero no se incomoden, eso no es nada de otro mundo. Más bien, es bastante de este mundo. Ser prostituta siempre ha tenido una connotación bastante negativa, pero, ¿en realidad es tan malo como nos lo han hecho creer? No me enfocaré en responder una pregunta tan personal y que no tiene una respuesta única o verdad absoluta. Espero todos tengamos opiniones diferentes al respecto. Sin embargo, y de manera bastante soez, en la prostitución siempre hay «alguien clavando y otro clavado». Y no, no estoy hablando de sexo. 

Por ejemplo, su jefe puede ahorrarse unos pesos pagándole una suma irrisoria por sus servicios profesionales (que tanto le costaron), pero a usted le es indiferente simplemente porque necesita el dinero o porque sí. De igual manera, si sus convicciones y valores van en contra del trabajo que usted realiza pero gana bastante dinero, también querido amigo se está prostituyendo. Nada más es ver estos abogados de patriotismo arraigado y protectores del ambiente que trabajan en empresas mineras y petroleras multinacionales por un salario que jamás ganarían en una empresa del territorio donde nacieron.

Pero no les parecerá muy terrible esta forma de prostitución porque su pudor y honra no se ven comprometidos en situaciones tan indecorosas como vender sexo. Y ahí es donde no estaremos de acuerdo amigo lector, pues me parece más vergonzoso vender servicios profesionales que sexuales. Y entonces, ¿es usted una prostituta?

lunes, 4 de febrero de 2013

¡Mojigatos!

Se esconden detrás de una máscara de santidad y de buenos valores. Las buenas costumbres son su estandarte y aman a Dios sobre todas las cosas. Se escandalizan con sólo escuchar nombrar las «partes íntimas» como si ellos no las tuvieran. El escote les produce escozor y los «descaderados» son un invento del Diablo. Pero en realidad son otra cosa. Su comportamiento en la oscuridad, allá donde muy pocos los ven y los pueden criticar, llevan un actuar digno de respetar por las más famosas rameras de proporciones bíblicas. 

Y la cosa no queda ahí. Dan clases de moral donde quiera que vayan y la hipocresía es el pan de cada día. Los sermones son el postre y siempre andan con la cabeza baja y con el crucifijo en mano. ¡Miedo hay que tenerles! Su descaro y sinvergüencería no tiene límites. Calígulescos seres beatos de parafilias ocultas. 

¿Por qué no mostrar nuestros deseos sexuales? ¿Por qué esa máscara de santos? Porque estamos dominados por un puritanismo que ni son ni ton. Somos seres influenciados  por las más oscuras pasiones y deseos, con ganas de una satisfacción solaz que avergüenza mostrar. Y muy triste, ya que al fin y al cabo con tanta mojigatería no disfrutarán completamente del apetito carnal más delicioso, el tener un cuerpo desnudo al lado del propio en igualdad de condiciones. De ahí pa'lante, lo que la imaginación nos proponga realizar. 

Huya de la gazmoñería, no sucumba ante ella y sobre todas las cosas, no confíe en el pudor de su pareja. Para algo son pareja, para dejar ese pudor en el clóset y no debajo de las sábanas. Nada de pijamas medievales artísticamente elaboradas para dejar sólo una abertura al pórtico de Himeneo, como diría el gran Marqués de Sade. A un lado las presiones que más que sociales, son religiosas, inculcadas por la moralidad de una iglesia que tiene de todo menos moral. 

Reflexionemos un poco: el sexo no es sólo para reproducirnos, también es para disfrutarlo, sentirlo, gozarlo. La sensualidad y el erotismo son de las cualidades más majas que el ser humano posee. ¿Por qué no explotarlas así como explotamos cualidades menos valiosas?
Seamos calientes, candentes, apasionados, carnales, impetuosos más no vulgares. Al igual que con la comedia, la ramplonería y la ordinariez, no nos hace cómicos y mucho menos eróticos. Hasta para el sexo hay que tener estilo. 

¡Clítoris erguidos! ¡Falos erectos! Que la mojigatería no sea un hecho.