lunes, 18 de febrero de 2013

Hablemos de putas.


Putas, rameras, zorras, meretrices, fufurufas, prepagos, furcias, hetairas, mesalinas, suripantas, prostitutas. Y no acaban ahí los sinónimos para los profesionales de la carrera más antigua del mundo, la prostitución. Odiadas por muchos y amadas por otros, las prostitutas, durante toda la historia, han sido clave importante en el desarrollo de muchas actividades que nadie se atrevería a pensar que estuvieran relacionadas. ¡La prostitución es la base de todo!

Pero vamos más allá. El término prostitución no sólo se refiere a la transacción comercial de vender servicios sexuales a cambio de dinero o de otro bien. Alguna vez en la vida todos (sí, todos) hemos sido prostitutas, y si no, no demoran. «Exhibir para la venta» es la definición etimológica de la palabra «Prostitución», y alguna vez no hemos vendido por más comunistas de cartón que seamos. De esta definición deducimos que sólo es una transacción comercial y que no hay sentimientos ni afección de por medio y que por lo tanto cualquier persona que vende sus servicios profesionales (no sexuales) sin importarle o por causas indignas también es una prostituta (o). 

Pero no se incomoden, eso no es nada de otro mundo. Más bien, es bastante de este mundo. Ser prostituta siempre ha tenido una connotación bastante negativa, pero, ¿en realidad es tan malo como nos lo han hecho creer? No me enfocaré en responder una pregunta tan personal y que no tiene una respuesta única o verdad absoluta. Espero todos tengamos opiniones diferentes al respecto. Sin embargo, y de manera bastante soez, en la prostitución siempre hay «alguien clavando y otro clavado». Y no, no estoy hablando de sexo. 

Por ejemplo, su jefe puede ahorrarse unos pesos pagándole una suma irrisoria por sus servicios profesionales (que tanto le costaron), pero a usted le es indiferente simplemente porque necesita el dinero o porque sí. De igual manera, si sus convicciones y valores van en contra del trabajo que usted realiza pero gana bastante dinero, también querido amigo se está prostituyendo. Nada más es ver estos abogados de patriotismo arraigado y protectores del ambiente que trabajan en empresas mineras y petroleras multinacionales por un salario que jamás ganarían en una empresa del territorio donde nacieron.

Pero no les parecerá muy terrible esta forma de prostitución porque su pudor y honra no se ven comprometidos en situaciones tan indecorosas como vender sexo. Y ahí es donde no estaremos de acuerdo amigo lector, pues me parece más vergonzoso vender servicios profesionales que sexuales. Y entonces, ¿es usted una prostituta?

5 comentarios:

  1. Me cansé de serlo hace un par de años. Ahora soy más "geishcort", que es como una renegada de la agencia.

    ResponderEliminar
  2. ¡Soy una perra de esquina! :( Jajaja. Bueno. El comienzo parece algo que escribió Santiago Gamboa.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar